1. El día que el arte se rindió a la banana
En diciembre de 2019, en la feria Art Basel Miami, el artista italiano Maurizio Cattelan pegó un plátano maduro a la pared con cinta gris y lo llamó Comedian. Lo presentó como una obra de arte conceptual, y no solo eso: la pieza fue vendida por 120 mil dólares (¡tres veces!). Luego otro “artista” llamado David Datuna se lo comió en plena exhibición y lo rebautizó como Hungry Artist.
¿Obra maestra? ¿Troleo sofisticado? ¿Performance sobre la fugacidad? ¿El fin del arte? Quizá todas a la vez, quizá ninguna.
2. El concepto sobre la materia: Duchamp estaría orgulloso
Para entender este gesto, hay que remontarse a principios del siglo XX, cuando Marcel Duchamp presentó su famoso "Fountain" —un urinario invertido—, inaugurando la idea de que el arte ya no era el objeto sino el acto de designarlo como arte.
Cattelan, en ese linaje, propone que no importa el plátano, ni la cinta, ni la pared: lo que se compra es el certificado de autenticidad y la idea. De hecho, al comprador se le entrega un documento que autoriza reemplazar el plátano si se pudre (y claro que se pudre, como todo lo que respira y miente).
3. El mercado del arte conceptual: sarcasmo o sumisión
El problema no es solo estético, sino ético. ¿Estamos hablando de arte o de una burla con etiqueta de precio obsceno? La obra juega con los límites del arte, pero también con la estupidez del sistema que lo valida.
¿Es el plátano una crítica al capitalismo del arte… o un homenaje cínico al mismo?
La respuesta es ambigua. Algunos ven en Cattelan un genio que expone lo absurdo del coleccionismo y el fetiche moderno. Otros lo ven como un bufón cómplice del mercado, usando el discurso conceptual como escudo para no tener que crear nada que requiera técnica, ni emoción, ni riesgo real.
4. La estética del sinsentido: ¿hay belleza en la ironía?
Si evaluamos la obra bajo los criterios tradicionales del arte —técnica, composición, emoción, universalidad—, el plátano falla estrepitosamente. Pero si la medimos bajo los criterios del arte conceptual, que privilegia la idea sobre el objeto, entonces Comedian cumple: provoca, incomoda, hace pensar (aunque también hace rodar los ojos).
Lo grave es cuando ese gesto se vuelve repetible, vacío y vendible, como ocurre en buena parte del arte conceptual contemporáneo: lentes caídos en una sala vacía, cubetas con agua turbia, palabras en neón que solo emocionan al curador que redactó el texto de sala.
5. La risa como estrategia crítica (o anestesia)
Como lo diría Mared Guerra:
[...] el plátano es el símbolo fálico de un arte eunuco, que ya no fecunda ni transforma, solo se ríe de su impotencia con elegancia europea.
Y como lo diría Alí Benítez:
[...] esta pieza permite reflexionar sobre el lugar de la estética crítica en la educación artística, sobre los límites entre arte y provocación, y sobre la necesidad urgente de criterios formativos en los juicios culturales de la sociedad posmoderna.
6. Entonces… ¿es arte?
Quizá no importa. Quizá la mejor pregunta sea: ¿qué clase de humanidad valida esto como arte? ¿Y por qué?
A veces el arte no es más que un espejo con forma de fruta. A veces es una broma privada que se volvió viral. Otras veces, un grito de auxilio que nadie supo leer.
Pero lo cierto es que ese plátano, tan maduro y tan cínico, nos dice mucho más de nosotros mismos que de cualquier corriente estética.
Y eso, aunque duela, sí es arte.
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