
67 años, 300 películas y un lugar eterno en el cine de culto
Murió Michael Madsen. Actor de pocas palabras, cara de “no me jodas” y figura clave del cine de culto. Tenía 67 años. Fue encontrado sin vida en su casa en Malibú, por un paro cardíaco.
Para los que aman el cine con sangre, sudor y estilo, su nombre es sinónimo de una cosa: Tarantino.
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Mr. Blonde para siempre
En Reservoir Dogs (1992), Madsen fue Mr. Blonde, el tipo que tortura a un policía mientras baila “Stuck in the Middle with You”. Una escena incómoda, sucia y perfecta. Ese papel lo convirtió en leyenda del cine independiente.
No fue su única vez con Tarantino. Lo vimos en Kill Bill como Budd, el hermano alcohólico, violento y casi triste de Beatrix Kiddo. También en The Hateful Eight. Madsen era parte del ADN tarantinesco: personajes quebrados, impredecibles, jodidamente humanos.
Más que actor: un poeta
Aunque Hollywood lo encasilló como el “villano perfecto”, Madsen era un poeta. Publicó libros como Ardiendo en el Paraíso y Esperando la Lluvia. Tenía otro por salir: Lágrimas por mi Padre. Poemas escritos desde el filo, como vivió y cómo actuó.
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Un tipo que no se vendió
Hizo más de 300 películas, muchas en el margen. Independientes, bizarras, baratas. Porque sí. Porque podía. Porque, como dijo en 2014:
“Si no salís en el último éxito de taquilla, la gente cree que ya te moriste”.
Madsen no actuaba para agradar. Actuaba para arder. Y eso no se enseña.
Reflexión
En una industria que pule todo, Madsen fue lija gruesa. No necesitó premios ni portadas. Solo una cámara, una navaja y esa mirada de tipo que ya lo vio todo.
Hoy se fue un clásico. Un tipo de los que ya no se hacen. El cine de culto está de luto.
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